El JIT y calidad total se complementan, ya que tienen como
puntos clave: la simplicidad. Ambas metodologías parten de los mismos
principios: eliminar todo lo que no añade valor, buscando la máxima
flexibilidad para adaptarse al mercado.
Para Ohno (1991) el stock no es más que una cortina que
sirve para ocultar los problemas de la empresa. Lo que conocemos como stock de
seguridad no es más que una demostración de nuestra incapacidad de resolver los
problemas del proceso. Si fuésemos capaces de fabricar sin ningún tipo de
problema de calidad, sin problemas de capacidad, con nuestro proveedor al lado
nuestro, sin averías de las máquinas, etc. no necesitaríamos el stock de
seguridad para nada. La calidad total favorece todos estos requisitos y hace
que el JIT y la calidad total se complementen. No debemos olvidar que aunque la
contabilidad nos dice que el stock es una activo, en realidad representa una
inversión inmovilizada de la empresa que nunca podrá eliminar, ya que necesita
ese stock para que el sistema de fabricación funcione. Por tanto, representa
una cantidad importante de dinero que la empresa tiene retenido. Este dinero
desaprovechado lo podemos considerar como costes intangibles de calidad de
fallos internos relacionados directamente con producción.
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